El Aeropuerto Nacional McKinney está a punto de lucir muy diferente. El logotipo es nuevo. Los colores son nuevos. Y pronto, los vuelos comerciales también lo serán. Durante décadas, TKI prestó servicio principalmente a aviones privados. Pronto, familias, viajeros de negocios y residentes locales tendrán una nueva opción en lugar de conducir hasta American Airlines en el Aeropuerto Internacional de Dallas-Fort Worth o el Aeropuerto Internacional Love Field.
El logotipo es sencillo: un ala en tonos cálidos, con letras amigables. Verde azulado suave. Marrones terrosos. Inspirado en el letrero histórico del centro de la ciudad. Tiene la familiaridad de un pueblo pequeño, pero también está listo para lo que viene. Los colores ya se ven en línea, en letreros y en materiales del aeropuerto. Un adelanto del futuro.
El aeropuerto está cambiando por todas partes. Las paredes de la terminal. Los uniformes. Las señales de tráfico. Los vehículos. Todos se renuevan. Los equipos de construcción aún se mueven entre las áreas de la nueva terminal de pasajeros, cuyas obras comenzaron en julio. Las máquinas zumban, el polvo persiste en los rincones. El aeropuerto se siente vivo, incluso antes del despegue del primer avión comercial.
La terminal tiene 46.000 pies cuadrados. Cuatro puertas de embarque, con posibilidad de ampliar a seis. Amplios asientos. Locales de comida. Alquiler de coches. Casi mil plazas de aparcamiento, con planes para 1.450. Una zona de deshielo para el invierno. Una nueva calle de rodaje. Práctica. Espaciosa. Cómoda. Los viajeros la notarán. La agradecerán.
Las proyecciones de pasajeros parten de 200.000 al año. Podrían superar el millón. El proyecto no fue sencillo. Un bono de 200 millones de dólares fracasó en 2023. Casi lo paralizó todo. Los líderes de la ciudad siguieron hablando, negociando con aerolíneas y agencias estatales. La financiación ya está asegurada: 79 millones de dólares provenientes de fuentes municipales, estatales y de desarrollo.
Incluso ahora, antes de su inauguración, la terminal cuenta una historia. La luz incide en el logotipo del ala. Los tonos marrones y verde azulado envuelven las paredes. Pasillos lo suficientemente anchos para los carritos de equipaje y la gente con prisa. El zumbido del aire acondicionado. El ligero olor a pintura fresca. Polvo de construcción. Energía. Es un caos. Está vivo.
Pronto, el aeropuerto no solo albergará aviones privados. Los viajeros facturarán, las familias harán malabarismos con su equipaje de mano, los empresarios revisarán sus correos electrónicos mientras esperan. Los residentes por fin tendrán una forma más cercana y sencilla de volar. La terminal, el logotipo, los colores, la energía: todo apunta en una misma dirección: el Aeropuerto Nacional McKinney está listo para despegar.

