
El Newcastle United está actualizando su escudo —el primer cambio desde 1988— y no es algo que los aficionados tomen a la ligera. El escudo que todos vemos hoy (sí, ese con dos caballitos de mar, la torre de un castillo y el estandarte de San Jorge) está por todas partes: en las camisetas, bufandas, paredes. E incluso en los tatuajes. ¿Los caballitos de mar? Eso es el río Tyne. ¿La torre? La fortaleza de la ciudad. ¿El estandarte? Lealtad. Los aficionados lo notan todo, más de lo que cabría esperar. Forma parte de las tradiciones familiares, las excursiones los días de partido, los cánticos en las gradas. Si mencionas cambiarlo, aunque sea un poco, la gente se acerca. Comentan. Se preocupan. Algunos bromean con «repintar la casa de tu infancia» (y sí, algunos lo dicen en serio).
Se espera que el nuevo escudo aparezca alrededor de la temporada 2027-28. Los directivos lo llaman un «escudo renovado», no un rediseño completo. Esto significa que los símbolos se mantendrán, en su mayoría, pero el diseño se actualizará: líneas más definidas, uniformes más claros, más fácil de usar en redes sociales y productos. A algunos aficionados les gusta. Dicen: «Por fin, algo que funciona en línea». A otros no. No quieren que se modifique nada. Y, sinceramente, tiene sentido. Incluso los pequeños cambios se sienten enormes cuando un escudo guarda décadas de memoria.
Desde que el Fondo de Inversión Pública (PIF), liderado por Arabia Saudí, asumió el control en 2021, Newcastle se ha modernizado en varias áreas: el estadio, el desarrollo juvenil y las alianzas comerciales. El escudo forma parte de todo esto, pero no puede tratarse como un proyecto más. Tiene que sentirse como Newcastle, como la ciudad, como la afición. Modernizar, sí, pero no borrar lo que lo hace reconocible al instante. Ese es el punto. Eso es lo que le da significado.
Al hablar con los aficionados en St. James’ Park, se escuchan opiniones encontradas. Algunos dicen que un escudo más elegante y adaptable ya era hora. Otros, que hay que dejarlo como está.
Este rediseño se produce en medio de cambios más amplios: mejores instalaciones, marketing internacional, crecimiento comercial. ¿El reto? Crecer globalmente sin perder el alma de un club local. El momento, el tono y la consulta sugieren que la directiva lo entiende. Si se hace bien, el escudo renovado podría unir a los aficionados de siempre y a los nuevos. Si se hace mal, el rediseño corre el riesgo de distanciar a los aficionados que han mantenido la identidad del Newcastle durante décadas.
Pero al final, todo se reduce a la lealtad, como siempre. Pertenencia. Es entonces cuando los aficionados pueden apreciar cada detalle y hablar de él, debatirlo, saborearlo al máximo. Porque no es solo un logotipo. Es la ciudad, el club, las personas que lo han llevado a lo largo de partidos, generaciones, victorias y derrotas. Si el nuevo escudo logra capturar, aunque sea un poco, ese sentimiento, habrá triunfado. Y quizás, solo quizás, demuestre que el cambio no tiene por qué borrar lo que hace de Newcastle lo que es.